Aquí que estamos acostumbrados a los 40 grados a la sombra y a noches sin poder dormir del calor que hace. Este año hemos tenido un verano muy benévolo, de los de dormir por la noche con sabana y persiana echada. El inconveniente, que no hemos podido aprovechar tanto la playa porque por las tardes refrescaba y ya no se podía estar. La ventaja, que París me ha durado solo un par de semanas (para ser honesta bastante más de dos semanas, aclaración más abajo).
Y el mono del punto de cruz ha vuelto con más fuerza. Tanto, que ya le he echado un ojo al siguiente destino y que estoy deseando ponerme manos a la obra.
Aquí un par de fotos de este increíble patrón:
Escribiendo esta entrada me he dado cuenta de que hace justo un año que publiqué las fotos de Londres... ¡un año! Y había empezado ya con París, pero lo dejé guardado tal y como lo fotografié en 2017. A comienzos de verano lo retomé, y desde ese momento sí que han sido solo dos semanas. Así que, aunque ahora tenga ganas de seguir y seguir con el siguiente proyecto, me estoy viendo que hasta septiembre del 2019 no se verá por aquí.
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